La necesidad innata
La necesidad de pertenecer a un grupo es innata y sirve para proteger y
asegurar nuestra supervivencia desde el día de nacimiento. Cuando estamos
en el útero estamos perfectamente protegidos y todas nuestras necesidades son satisfechas
constantemente.
Al nacer, descubrimos que necesitamos a los demás para que nos ayuden a
satisfacer nuestras necesidades. Por tanto, la necesidad de pertenencia viene acompañada junto al miedo de rechazo.
¿Qué podemos hacer?
La vida está llena de rechazos y fracasos, son inevitables y son
imprescindibles para nuestro proceso de aprendizaje y crecimiento
personal. Nuestra tarea es enseñar a los jóvenes a cómo
afrontar estos retos y a que continúen con la cabeza levantada sin perder
confianza en ellos mismos.
Los mensajes que tenemos que
transmitir a los jóvenes son:
- Siempre vas a encontrar personas a las que les caes bien y a las que les caes mal.
- Si a alguien le caes mal, ese no es tu problema, porque la única persona a la que tienes que gustar es a ti mismo.
- Es más importante hablar bien de sí mismo sin criticarse, que escuchar elogios de los demás, porque lo que dices a ti mismo es lo que crees de verdad.
- El rechazo por parte de otra persona es solamente su opinión y así hay que verlo. Cuando alguien te insulta y dice que no eres deseado en el grupo, lo que tienes que pensar es: "Vale, esa es tú opinión. Yo no pienso eso de mí. Yo sé cómo soy. "
- La gente más crítica con los demás es la gente que en la soledad tiene aún más críticas hacia ellos mismos.
Habituar a los adolescentes en este tipo
de pensamientos es lo que les ayudará a gestionar y superar las emociones
desagradables.
Cuando nos rechazan, es perfectamente normal sentir emociones como la
tristeza y el miedo, pero el objetivo es entrenar nuestra mente para que no
provoque estas emociones y nos ayude a procesarlas más rápidamente.
Sin embargo, en el caso del alumnado
con comportamientos disruptivos la estrategia es diferente. Ellos primero
necesitan nuestra aceptación, no elogios, aceptación y confianza en ellos, que
les ayudará a calmarse y sentirse queridos, para luego poder empezar a aprender
el autocontrol.
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