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El bienestar emocional de tu alumnado

¿Conoces algún alumno o alumna con comportamientos disruptivos? ¿Tienes en tu aula alumnos y alumnas demasiado introvertidos? ¿Conoces la causa de estos comportamientos?  Sigue leyendo para comprobar tus respuestas.  ¿Cómo se siente tu alumnado? El bienestar emocional es fundamental para el proceso de aprendizaje y los buenos resultados académicos.  También es importante para poder establecer buenas relaciones interpersonales y mantener una buena salud mental. Los componentes del bienestar emocional son: el sentido del yo (autoconcepto, autoestima), el sentido de control sobre uno mismo y su entorno (autoeficacia, locus de control), la sensación de bienestar general (calma, satisfacción, aceptación),   y capacidad para responder de manera saludable al estrés cotidiano (habilidades de manejo del estrés). Ser emocionalmente sano depende de la comprensión, expresión y regulación de las propias emociones, así como la percepción y la comprensión de las emociones d
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Enseñar a autorregularse

L as habilidades de autorregulación son imprescindibles para el proceso de aprendizaje y para el rendimiento escolar. Aquí encontramos agrupadas   atención, organización, autocontrol, planificación y estrategias de memoria. ¿Por qué hay que enseñarlo? La respuesta es simple, cuando somos adultos ya no hay nadie que nos va a guiar, orientar y decirnos cómo comportarse y qué hacer. La responsabilidad de nuestro bienestar depende de nosotros mismos y, para poder realizarlo, es necesario tener habilidades de autorregulación. Aunque estas habilidades se desarrollan, hasta cierto punto, de manera espontánea, no son solamente dependientes de la maduración. Estas habilidades se pueden y deben ser enseñadas para mejorar el rendimiento. Observar a sí mismo Primero tenemos que ayudar a los niños y las niñas a reflexionar sobre sus propios comportamientos y pensamientos. Las personas tenemos la capacidad de observar nuestros pensamientos y ver las reacciones o emocion

¿Por qué buenos alumnos/as fracasan?

Las investigaciones, dentro del campo de la psicología de la educación, han demostrado que  los pensamientos y las creencias sobre la inteligencia  influyen en el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas.  Inteligencia como rasgo fijo Los jóvenes que creen que  la inteligencia es una característica fija,  naturalmente predeterminada, son más sensibles al fracaso y sienten que continuamente tienen que demostrar sus capacidades. Este tipo de pensamientos les hacen más inseguros, menos atrevidos y bajan su autoestima. En algunos casos, estos pensamientos como: “Yo no puedo”, se convierten en un hábito que es difícil de romper. Asumen estas ideas como parte de su identidad, “Soy la tonta de la clase”, y cada fracaso les hace sentir más y más inferiores en comparación con los demás. Inteligencia como rasgo modificable En otro extremo están los jóvenes que creen que  la inteligencia  es una habilidad que con mucho estudio y esfuerzo  se puede modificar  

Adolescencia y rechazo del grupo

La necesidad innata La necesidad de pertenecer a un grupo es innata y sirve para proteger y asegurar nuestra supervivencia desde el día de nacimiento.  Cuando estamos en el útero estamos perfectamente protegidos y todas nuestras necesidades son satisfechas constantemente.   Al nacer, descubrimos que necesitamos a los demás para que nos ayuden a satisfacer nuestras necesidades. Por tanto, la necesidad de pertenencia viene acompañada junto al miedo de rechazo.  Los adolescentes y los adultos hacemos todo lo que podemos para evitar el rechazo: no queremos hablar en público, no queremos ser diferentes a los miembros de nuestro grupo, etc.  ¿Qué podemos hacer? La vida está llena de rechazos y fracasos,  son inevitables y son imprescindibles para nuestro proceso de aprendizaje y crecimiento personal.  Nuestra tarea es enseñar a los jóvenes a cómo afrontar estos retos y a que continúen con la cabeza levantada sin perder confianza en ellos mismos. 

¿De qué depende el éxito de tu alumnado?

La gran duda que tienen muchos docentes es cómo motivar a sus alumnos y alumnas a aprender. Partiendo de sus intereses, utilizando las TIC, provocando emociones positivas en el alumnado (sobre todo alegría y sorpresa, evitando el miedo), son unas de las técnicas bastante eficaces.  Provocar emociones positivas en el aula continuamente es bastante difícil para un docente y  es una virtud al alcance de unos pocos. El problema aumenta cuando nos enfrentamos a contenidos complejos que requieren mucha concentración o cuando hay que memorizar datos que es imposible representar de manera divertida, interesante y emocionante.  Las habilidades de automotivación y autocontrol nos ayudan a ser perseverantes y resilientes . Nada es placentero o edificante todo el tiempo. La parte positiva es que este desafío nos hace crecer y cambiar hacia el lado positivo. Las personas que lograron grandes éxitos entienden esta idea perfectamente y hacen lo que menos les gusta a primera hora de la

Educar es mirar

Dicen  que el objetivo de la crianza y de la educación es formar a las personas que se adaptan bien a la sociedad en la que viven. Y es verdad, deberían aprender a relacionarse con los demás sin hacerles daño, pero eso no significa que deberían crecer dentro de un molde para que todos salgan iguales.   ¿Por qué se nos está bombardeando con la idea de que todos tienen que ser expertos en matemáticas, en lengua, en ciencias, en robótica, en programación, en creación e invención?  ¿Por qué al mismo tiempo no estamos enseñando cómo utilizar su mente como instrumento que les ayuda a lograr sus objetivos? Existe solamente una cosa que todos los niños y niñas necesitan, y eso es que se les mire.   Los bebés nacen con la necesidad de tener un contacto continuo con otra persona. Si apartamos la mirada ellos hacen todo lo que puedan para llamar nuestra atención, gritan, lloran, protestan porque quieren ser mirados. Esta mirada es lo que construye su cerebro, sus primeros pe