Las habilidades de autorregulación son imprescindibles para el proceso de aprendizaje y para el rendimiento escolar. Aquí encontramos agrupadas atención, organización, autocontrol, planificación y estrategias de memoria.
¿Por qué hay que enseñarlo?
La
respuesta es simple, cuando somos adultos ya no hay nadie que nos va a guiar,
orientar y decirnos cómo comportarse y qué hacer. La responsabilidad de nuestro
bienestar depende de nosotros mismos y, para poder realizarlo, es necesario
tener habilidades de autorregulación.
Aunque
estas habilidades se desarrollan, hasta cierto punto, de manera espontánea, no
son solamente dependientes de la maduración. Estas habilidades se pueden y deben ser enseñadas para mejorar el rendimiento.
Observar a sí mismo
Primero
tenemos que ayudar a los niños y las niñas a reflexionar sobre sus propios
comportamientos y pensamientos.
Las
personas tenemos la capacidad de
observar nuestros pensamientos y ver las reacciones o emociones que
estos provocan dentro de nosotros. Eso nos ayuda a entender qué es lo que
afecta a sus estados emocionales, niveles de motivación y al desempeño.
Cuando
las personas observan sus pensamientos, sus reacciones emocionales, sus
conductas y las situaciones en los que ocurren, siempre pueden detectar
patrones recurrentes. Situaciones similares provocan pensamientos, conductas y
emociones iguales.
El autoconocimiento es lo que
permite
a realizar la
autorregulación.
¿Cómo podemos hacerlo?
La observación de uno mismo sirve para darnos la
información sobre nuestras capacidades y así ayudarnos a plantearnos objetivos
realistas.
Si percibimos nuestras habilidades de manera errónea,
entonces los objetivos que nos vamos a proponer serán o demasiado exigentes,
por encima de nuestras habilidades, o muy poco exigentes, por debajo de
nuestras posibilidades.
Los docentes
pueden ayudar al alumnado a
desarrollar las habilidades de autorregulación de la siguiente manera:
Comentarios
Publicar un comentario